¿POR QUÉ LA CRISIS DE LA TELENOVELA
MEXICANA?
Parte 7 (última)
Daniel Lares Muñoz
CONTEXTO Y FUTURO
(¿RENOVACIÓN O REVOLUCIÓN?)
(¿RENOVACIÓN O REVOLUCIÓN?)
¿Se
sentará Emilio Azcárraga Jean como televidente habitual a ver “Sueño de Amor” o “La Rosa de Guadalupe”? ¿Lo hará su familia con la regularidad de cualquier
familia promedio en México? ¿Harán lo mismo Ricardo Salinas Pliego o Benjamín
Salinas Sada con “Rosario Tijeras”?
¿Será “Perseguidos” parte de las conversaciones
espontáneas de Olegario Vázquez Aldir con amigos cercanos, más allá del ámbito
de negocios?
Las
anteriores preguntas no pretenden frivolizar sobre la vida privada de los
empresarios mencionados, cabezas de Televisa,
Grupo Salinas/TV Azteca y de Grupo Imagen, respectivamente.
Amancio
Ortega, el multimillonario dueño de la cadena de ropa Zara, no necesariamente se viste con la ropa que fabrica como
probablemente el propio Ricardo Salinas no use una de las Italika que vende en sus tiendas Elektra; quizá y ni le guste el motociclismo. Ello no quiere decir
que sus productos carezcan de calidad o no estén al tanto de ésta o de los
gustos de sus clientes.
El
cuestionamiento se dirige a si como televidentes están satisfechos con lo que ofrecen
las pantallas de sus empresas. ¿Lo están? ¿Sus producciones de ficción tratan a
sus televidentes como ellos mismos esperarían ser tratados?
CONTEXTO SOCIO-POLÍTICO
La
televisión en México surge al amparo de un partido y un sistema político de
carácter aglutinador y monopólico que en las últimas décadas ha profundizado sus
fisuras tras la sucesión de varios sismos sociales, económicos y políticos.
La
XEW (base y antecedente de Telesistema
Mexicano-Televisa) nace en 1930 de la mano del entonces Partido Nacional
Revolucionario (antecedente del PRI) en 1929. Su modelo preponderante se
inclina por el comercial estadounidense sí por la vecindad geográfica pero
también por la real politik conveniente
a sus políticos en turno. Pocas bibliografías documentan con tal rigor al
respecto como la de Fernández-Paxman [1]. Sugiero leer sobre el sexenio
Alemanista.
Las
telenovelas mexicanas como los candidatos contemporáneos de los viejos partidos
políticos son afectadas por el descrédito público de las instituciones que
representan pero mantienen un importante colchón de adeptos que les siguen otorgando
un poder relevante aún en medio de la crisis y a pesar de sus haters.
Un
factor que les ha permitido sortear estas tempestades es el referente a la tradición pero, atención, no es como el melodrama:
imperecedero. Otro asunto inherente es la responsabilidad que cada telenovela (y
quienes las producen) y cada candidato tienen de haber contribuido al
descrédito de sus ámbitos.
“La telenovela es ella y su
circunstancia”
Inspirándonos
en el célebre apotegma de Ortega y Gasset, quienes a ultranza atribuyen a la
televisión (comercial) y a su reina la telenovela la responsabilidad del
analfabetismo funcional en el país, repiten una verdad a medias.
En
realidad la TV no ha hecho más que somatizar y responder al contexto que le ha
tocado vivir. Lo cual si no la exime de responsabilidad, la pone en su justa
dimensión. La telenovela nace en ese cosmos, intenta
redimirse pero termina por claudicar y regodearse en éste. Ese es su
pecado original.
Por
eso para los que elucubran con el momento en que las televisoras tradicionales se extingan para dar paso al medio que por
fin produzca el “Mad men” o el “Game of Thrones” mexicano, primero
deberían renunciar a su ingenuidad y partir de este antecedente, incluso sobre del
contexto comercial.
Para
evolucionar, hoy más que nunca es preciso ubicarse, comprender (evitando que la
crítica paralice) para poder aprovechar la coyuntura actual y cristalizar la
televisión dramática anhelada en beneficio de todos.
("Mad men" [HBO, 2007-2015])
PRENSA Y RELACIONES PÚBLICAS
¿Qué se dice de las telenovelas?
Más
allá de las notas referentes a la presentación de una nueva producción (cada
vez menos relevante mediáticamente) y la información de cotilleo sobre sus
estrellas en la prensa del corazón, ¿qué información genuina encontramos en los
medios más importantes o en el trendy de
las redes sociales (fuera del nicho de audiencia tradicional) sobre las
telenovelas?
¿Están
generando buzz de prensa? ¿Se discute
sobre el riesgo narrativo y trascendencia de sus historias, del poder de sus
actuaciones y la calidad de sus producciones? ¿Repercuten más allá de las
secciones de espectáculos?
(Presentación a prensa telenovela "El Bienamado" [2017])
En
1987 tras el capítulo final de “Cuna de
Lobos” (1986), “24 horas” con
Jacobo Zabludovsky abría su titular con “esta
noche terminó Cuna de Lobos”. Al día siguiente los encabezados de la
mayoría de los principales diarios referían al suceso. Carlos Monsiváis, el
cronista de la alta cultura mexicana, le dedicaba un favorable artículo en Proceso [2], la revista asiduamente
crítica de Televisa.
“Las teleseries (anglosajonas) circulan
por la red a dos niveles simultáneos: el de consumo
y la interpretación. Ambos confluyen en un
tercer nivel posterior, el de la reescritura.
Las audiencias de las teleseries son especialmente interactivas”. [3]
Considerando
la escala de Carrión, el grueso de la producción mexicana ni siquiera ha podido
superar el primer nivel y muy poca ha trascendido al segundo. Para que la
telenovela tenga hoy impacto relevante, debe aspirar a contenidos que permitan lograr
la reescritura. Lo que sólo se logra
con base en la calidad del contenido, la potencia del soporte (plataformas) y
un contexto que lo posibilita. La telenovela debe asumir un rol de representación de su audiencia desde la cercanía y no más desde la imposición.
El monopolio no puede convivir con la interactividad porque ésta requiere de una relación de pares. Hoy el televidente ya es y se asume como agente
de poder.
La telenovela como fuente de
investigación formal
Salvo
Roberto Rondero, Álvaro Cueva, Alfredo Gudinni y alguno que otro periodista así
como websites emergentes como La Hora de la Novela, pocos son los
autores y medios que llevan al plano de la investigación y la opinión formal a
la telenovela nacional a la prensa o el medio editorial. Caso contrario la
cinematografía mexicana y ni qué decir del cine y la serie anglosajona. Sólo
basta con llegar a un extraordinario trabajo en nuestro idioma como el de Jorge
Carrión en “Teleshakespeare”.
En
México, son verdaderamente excepcionales publicaciones como “Crónicas de Pasión”
[4] que ofrecen los pormenores profesionales de una producción, verbigracia la
telenovela “Pasión” (2007), con
rigor documental y de la mano de una presentación accesible para llegar tanto
al público mainstream como al
especializado. Son iniciativas aisladas, no vocación de la industria.
En
Sudamérica se encuentran más publicaciones o documentales al respecto como los
de Carolina Acosta, Jesús Martín Barbero u Omar Rincón que arrojan luz. Si
alguien quiere acercarse a la técnica de escritura de la telenovela, la
publicación más accesible es el “Taller práctico de escritura de telenovela” [5]
del chileno José Ignacio Valenzuela (“La
casa de al lado”, 2012). No he
encontrado ninguna publicación mexicana semejante.
No
es público el destino de los estudios realizados por especialistas como Miguel
Sabido al respecto de las telenovelas didácticas (“entretenimiento con un beneficio
social comprobado”) o entertainment
education para Televisa. Una
fuente que alumbraría a quienes hoy nos dedicamos a ello. ¿Cómo innovar (y
rectificar) si se desconoce la herencia pasada y las causas del presente?
(Documental "Mas que amor es un sufrir: una mirada sobre
la telenovela latinoamericana" [JL Colás, Arg-Ven-Bra, 2012] 4x48')
La civilización del espectáculo y la
fiebre de la frivolización
En
“La civilización del espectáculo” [6], Mario Vargas Llosa nos advierte con
agudeza sobre preponderar en la tabla de valores al entretenimiento superfluo:
“Este ideal de vida es perfectamente
legítimo, sin duda. Sólo un puritano fanático podría reprochar a los miembros
de una sociedad que quieran dar solaz, esparcimiento, humor y diversión a unas
vidas encuadradas por lo general en rutinas deprimentes y a veces
embrutecedoras. Pero convertir esa natural propensión a pasarlo bien en un
valor supremo tiene consecuencias a veces inesperadas. Entre ellas la banalización
de la cultura, la generalización de la frivolidad, y, en el campo específico de
la información, la proliferación del periodismo irresponsable, el que se
alimenta de la chismografía y el escándalo”.
Aunado
a sus generalmente vacuos contenidos, la industria nacional permitió que
publicaciones del corazón moldearan y definieran la opinión pública respecto a
la telenovela y consecuentemente la degradaran con sus cada vez más difuminados
criterios periodísticos y decadentes prácticas de voracidad comercial.
Entiendo
que dichas publicaciones formen parte de un sistema periférico y cumplan una
función; pero al convertirse en las únicas referencias informativas regulares
del género y, además, cada vez más agresivas e invasivas con el talento, enfatizando
lo peor de éste y no su virtud creativa, flaco favor le han hecho a la
telenovela.
¿Cómo esperan que la audiencia responda frente a una oferta
extranjera cada vez más sofisticada y familiar cuyas legiones de fans (de
influencia mundial gracias al ciber-espacio) tratan a esos contenidos como auténticos fenómenos de culto?
El Premio TVyNovelas (similares y conexos), el síntoma de la enfermedad
Si
como asegura Gabriel Zaid, “los premios
pueden ser creadores: aportan una perspectiva inédita en la recepción de la
obra (…) Lo que está en juego es más importante que el dinero: la orientación
de la opinión pública” [7], premios como los TVyNovelas (primera referencia del género), exigen un serio replanteamiento.
Hoy
se reducen a un certamen corporativo con cámaras que se transmite al exterior
para comercializar. Lo llamativo es observar qué premian, más allá de la
discutible etiqueta de lo “popular”. ¿Premian la virtud del talento creativo? ¿Los
premiados son trabajos ejemplares (acaso inspiradores) que animan a todo el
talento que habrá de generar las producciones venideras?
¿Los
premios se traducen en mayor audiencia, mejores ventas para sus producciones participantes
y mejores condiciones laborales para el talento premiado? ¿Funcionan a Televisa
Internacional como atractivo de valor para ventas en sus catálogos de
exportación? ¿Tienen relevancia en Estados Unidos en el mercado de Univisión? ¿He mencionado prestigio?
¿Los
ganadores resisten el filtro de un Emmy
Internacional? ¿Qué le dicen estas
designaciones a las diferentes audiencias? Si una industria creativa de comunicación
no advierte estos discursos subrepticios (los más poderosos), entonces hay
graves problemas de fondo.
“Cuando no hay reseñas,
antologías, editores, ni premios en los cuales se pueda creer, pierde la
sociedad: se vuelve menos”.
Por
otro lado, un premio que tenga por objetivo reconocer y promover lo mejor de
una industria líder (y que se asume como tal) no se encierra a una factoría en
una época de interconectividad; busca
trascender para nutrirse de todo lo demás.
Cuando
me refiero a lo anterior, no sólo englobo a TODA la producción nacional sino
también a la extranjera que llega a nuestras pantallas y siembra su influencia
en mayor o menor medida. Por algo el Oscar
(AMPAS), El BAFTA y los Golden Globes
contemplan la respetada categoría de “Mejor Película Extranjera”.
LA TELENOVELA Y LA SERIE: SU PRESENTE Y
FUTURO
Es
difícil anticipar el futuro y poco responsable emitir sentencias sobre ello. Pero,
como lo hicieron los más notables fundadores de la televisión, el panorama
conjunto y sus microcosmos permiten interpretar señales sobre el rumbo.
La
telenovela no será sustituida, al menos en el mediano plazo. En primera razón
por costos. Un capítulo de telenovela en México oscila entre los 50 y 80 mil
dólares en promedio y un serial requiere de una inversión mínima de entre 110 y
200 mil dólares.
La
producción original tiene mayor efecto comercial sobre los enlatados de
importación pero en México (y América Latina) se requieren llenar parrillas
completas y asegurar la atención de audiencias en un mercado que cada vez las
fragmenta más.
Con
otra condicionante, gracias a los paupérrimos resultados económicos de los
últimos gobiernos, el pastel publicitario mexicano no sólo no ha crecido sino
que cada vez se pulveriza más con los nuevos jugadores de las diferentes
plataformas. Recordemos el paradigma de oro: costos se recuperan en el mercado
nacional.
Una
telenovela posicionada ofrece una audiencia regular de lunes a viernes por
varios meses, al contrario de un serial de emisión semanal. Naturalmente ello
impacta en las cotizaciones de las exportaciones. Una telenovela seguirá siendo
más atractiva y accesible que un serial para televisiones de países en vías de
desarrollo (mayoría). Hasta que la condición de éstos cambie sustancialmente.
("La doble vida de Estela Carrillo" [2017]: telenovelas de transición)
Señales de la propia historia
Si
observamos las épocas climáticas de celebridad mundial de las actrices más
icónicas: Verónica Castro (“Los ricos
también lloran”, 1979), Lucía Méndez (“Colorina”,
1980) y Thalía (“Marimar”, 1994), a
la telenovela mexicana le tomó unos veinte años sostenidos llegar a esa
posición. Mismo caso si observamos los datos y curva de desarrollo del serial
estadounidense.
Sin
embargo en 2015, La Nación reportaba
que “las exportaciones de programas de TV
le reportaron a Turquía en 2005 ingresos de apenas 100.000 dólares. En 2015,
esa cifra llegó a 250 millones de dólares” [8]. Ese año The Hollywood
Reporter colocó a la nación turca en el segundo lugar global de exportaciones
de formatos y producciones originales para televisión sólo después de Estados
Unidos. En sólo diez años.
Quién
iba a decir que la producción de un país tan lejano como el de los turcos
ingresaría en 2014 con un título en calidad SD producido en 2006-2009 (“Las Mil y una noches”, Kanal D) vía Mega TV en Chile y en medio de una
coyuntura [6] para extenderse por toda América Latina, al grado de disputarle
el prime time regional al
latifundismo mexicano. No olvidemos que México logró entrar a Rusia en 1992 con
una producción de 1979 (“Los ricos...”)
tras la caída de la Unión Soviética y ante la resistencia de los rusos a
comprar contenido estadounidense.
La telenovela e industria de ficción audiovisual mexicana no
superará el rezago si insiste en cambiar
sólo la forma y no atajar el fondo.
¿La serie vs la telenovela?
México
tiene que entender que no será más (ni debe ser) la telenovela la única oferta
dramatizada en su parrilla nacional y en su catálogo internacional. La telenovela ahora deberá compartir su monopolio
y convivir con otros géneros dramáticos como el serial de tipo anglosajón, el
que para lograr mayor impacto deberá pasar por un proceso de profunda
tropicalización: echar raíz para adoptarla
en todas sus formas.
Creer
que la producción de series en sí misma es la solución al problema de la crisis
de la ficción dramatizada en México, es pecar de ingenuos. Menos con el
espejismo de la hibridación de la súper-serie.
Quien
insista en hacer copia calca del serial tal y como lo vemos en Estados Unidos o
Inglaterra, aumentará sus posibilidades de fracaso. Ya lo vemos en pantalla. Peor
aún si lo pretende hacer con los recursos de una telenovela actual; sus
resultados con todo e imagen 4K terminan en un lastimoso look alike más cercano al viejo video
home que a lo que de inicio pretenden.
Al riesgo (creativo) mejor de amigo
En
esta industria tenemos que entender que si nadie tiene el santo grial del
éxito, lo viable es reducir las posibilidades de fracaso sin obstaculizar la indispensable
libertad creativa que sin duda ha de implicar riesgo. Para eso hay que contar
con una estructura; la tenemos (como pocas industrias) pero urge renovarla. Ya sabemos a dónde nos lleva enemistarnos con el
riesgo ¡No lo repitamos!
La estructura debe tener muy
claro
al servicio de qué está.
Al
riesgo más nos vale, por lo ineludible, abrazarlo que temerle. Incluso el
riesgo y arrojo creativo es un valor
agregado frente a la audiencia que bien comunicado, lo pondera al momento
de la elección y si a eso se le añade la certidumbre de un sistema estructurado
y oxigenado, es Hollywood.
¿No
fue México llamado alguna vez “el
Hollywood de las telenovelas”?
(Foro 9 de Televisa San Ángel. Foto: Stefan Ruiz)
Convención táctica y genuina
Por
otra parte, requerimos de un acuerdo común. La tecnocracia televisiva debe re
concebir su entendimiento respecto a la libertad y autenticidad del proceso
creativo para escritores, el talento artístico y producción, y éstos a su vez
deben entender que como toda industria, requiere cumplir metas de eficiencia y
eficacia en sus recursos y resultados. No puede estar sujeta ni a la
indiferencia de unos ni a las frivolidades de otros porque perjudican al
conjunto.
Encontrar
el punto de equilibrio es el gran reto para tener una nueva estructura orgánica
nutrida y una maquinaria aceitada. Dado su denominación de origen (industria
creativa) en lo personal, me inclino por re-concebir a esta industria más como
un ecosistema orgánico para regenerar la imagen implantada durante la era
industrial del siglo XX de un frío galerón lleno de máquinas automatizadas.
La creación sentí-pensante
es facultad exclusivamente humana. Requerimos de ambientes propicios que detonen esa inventiva y
su desarrollo.
(Estudios de Azteca Novelas en Ciudad de México)
Oportunidad inmejorable
México
sigue teniendo una oportunidad inmejorable para refrendar un liderazgo en
América Latina y el mercado en español. Una condición geopolítica y demográfica
que nos otorga la excepción para acometerlo.
La
reciente alianza Televisa-Univisión
en sus contenidos de ficción y entretenimiento es una muestra de ello, y las
que ya operan como las de NBC-Universal/Telemundo
y la presencia de las más importantes productoras del sector en Ciudad de
México así lo señalan.
El
liderazgo en otros mercados del mundo dependerá mucho del calado y visión con que
los líderes conduzcan la reconfiguración de la industria. En qué tanto se
atrevan a renovar y a apuntalar. Si no lo hacen, industrias otrora impensables
como la coreana o la turca (o alguna otra aún indetectable) pueden causar
fulminantes estragos.
El monopolio: lo pasado, pasado
México
y sus televisoras están entendiendo que ya no pueden ni deben ir solos, ¿Quién
puede hacerlo frente a un gigante como Netflix
que invierte por sí mismo 6 mil millones
de dólares en contenido original [9] de alta calidad y con alcance mundial
inmediato sin igual y a su vez con una
regionalización exitosa?
Para
poner la cifra en proporción, representa 10 veces el pastel publicitario total
de Colombia, casi 1.5 veces el de México y el total del brasileño. Recordemos
que la regla dorada en producción de ficción dramatizada en TV abierta en
América Latina es que la inversión es proporcional al gasto publicitario de
cada país.
(La súper producción de Netflix "The Crown" [2016]: 15 millones USD por episodio)
CONCLUSIÓN SÉPTIMA (Y ÚLTIMA) PARTE
El
paradigma de controlar todo bajo el techo patriarcal del monopolio se ha roto,
pero esa es sólo la forma. El fondo se asienta fundamentalmente en nuestra
capacidad humana de creación. La burocracia e inteligencia ejecutiva inmersa en
su afán por multiplicar y cuantificar las utilidades del negocio debe, por su
propio éxito, atender mandamientos imprescindibles:
Decálogo para una nueva industria
(ficción dramática TV)
1. Sobreponer y procurar el valor creativo en todas las
áreas.
2. Conciliar la creatividad con los criterios de
rentabilidad.
3. La historia original como vanguardia sine qua non de la oferta.
4. Representar a la sociedad y sus cambios con autenticidad
y oportunidad.
5. Diversificar oferta de dramáticos (no sólo telenovelas).
6. Producir contenidos plurales de alto valor simbólico
(incluida la telenovela).
7. Exigir calidad equilibrando retribución justa al talento.
8. Innovar las formas en función de los contenidos.
9. Renovar y flexibilizar el modelo de producción.
10. Respetar a la audiencia.
Las
audiencias se pueden medir; el proceso creativo, tecnificar pero no la creación
en sí misma. Todo ello implica una mística natural especial, más allá de
cualquier superchería. Estas máximas no pueden comprarse pero sí en cambio fomentar
las condiciones excepcionales para lograr resultados excepcionales que reconviertan
a la de México en una industria de creación excepcional y sin parangón.
Luis
Antonio Espino en Letras Libres ha sellado
su análisis del discurso del empresario Carlos Slim (con fuertes intereses en
telecomunicaciones) a propósito de las decisiones del polémico inquilino de la
Casa Banca (de Washington) con: “Hagamos
a México Grandioso de Nuevo. Parece que la nostalgia es la nueva visión de
futuro” [10]. Sentencia de
oportuna recordación.
La
televisión sin embargo no puede volver al pasado ni dejarse arrastrar por el
reproche nostálgico de un sector de la audiencia cuando en realidad lo que se
demanda se origina en la obsolescencia de muchas de las prácticas y decisiones de la actualidad.
Retomemos
lo mejor del pasado para no reincidir en errores, anclarnos en los éxitos y solventar
un nuevo emprendimiento frente a los retos de nuestro propio tiempo.
Renovar,
innovar, crear o morir. ¿Revolución?
REFERENCIAS:
1. Fernández,
Claudia y Paxman, Andrew, El Tigre
Azcárraga y su imperio Televisa, editorial Grijalbo, 2000.
2. http://www.proceso.com.mx/146330/catalina-creel-para-presidente
3. Carrión,
Jorge, Teleshakespeare: las series en
serio, editorial Tintable, 2015.
4.
TVyNovelas presenta: Crónicas de Pasión, editorial Televisa, 2008.
5.
Valenzuela, José Ignacio, Taller práctico de escritura de telenovela,
editorial Punto de Lectura, 2012.
6.
Vargas Llosa, Mario, La civilización del espectáculo, editorial Alfaguara, 2012.
7.
Zaid, Gabriel, Dinero para la cultura, editorial Debate, 2014
10.
http://www.letraslibres.com/espana-mexico/politica/el-discurso-carlos-slim-make-mexico-great-again
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