¿POR QUÉ LA CRISIS DE LA TELENOVELA MEXICANA?
Parte 5
Daniel Lares Muñoz
EL TALENTO ARTÍSTICO (LA PIEZA CLAVE)
Reiteradamente se escucha entre el público actual el reclamo despectivo a “ese tono de
telenovela” de los actores en varias de las “súper series” o series tipo
anglosajonas producidas en México o Latinoamérica de los últimos años. Pareciera
el fenómeno vivido en la transición del cine mudo al sonoro expuesto en el
inolvidable filme “Singin in the rain”
(Stanley Donen, 1952). [Ver video]
A
lo que en realidad se está haciendo referencia, es a la sobre actuación y a la falta
de verdad en la interpretación que la industria se encargó de convertir en
estándar y que el Alta Definición ha sobre expuesto, aunado a la multiplicidad de la oferta. Los saldos de la crisis.
Cine vs TV: la concordia de las líneas
paralelas
Tras
su llegada, la televisión recibió el menosprecio del medio cinematográfico que
impuso entre sí barreras infranqueables. Hacer televisión significaba para el
talento (en especial sus “estrellas”) sacrificar prestigio y descender en la
escala artístico-evolutiva. Esta dinámica permeó en casi todas las industrias
del espectáculo en el mundo incluyendo México, con la salvedad de que sus pares
del vecino país del norte nunca dejaron de contar con una industria de cine
sólida y carecieron de monopolios.
Elipsis
arbitraria y lleguemos a nuestra época. El serial dramático estadounidense, en el
transcurso sostenido de dos décadas a la fecha, iría materializando en pantalla
ambiciones no sólo creativas sino de alcances artísticos, impulsadas
decididamente por la audacia de canales premium
(HBO, AMC) que requerían
diferenciarse con contundencia de la TV abierta.
La
TV dejó de ser “la caja idiota” para alcanzar una factura cinematográfica
impecable, exigiendo al mejor talento para cristalizar el sueño: cultura pop conciliada con alta cultura, logrando
obras maestras de la mano de éxitos de audiencia. El parteaguas sin duda reside
en “The Sopranos” (HBO, 1999-2007).
Eso
no ocurrió en México por un contexto de cerrazón político-comercial que implicaría
otra entrega. A lo que busco llegar, es que hoy no hay barreras para el talento artístico
en la industria estadounidense. Se les ve en la misma mesa de los Golden Globes o los Emmy a Al Pacino con John Hamm y a Meryl Streep con Julianna
Margulies. Las líneas entre el cine y la TV se difuminaron porque esa
televisión y los actores surgidos de ella se ganaron un lugar de respeto.
A ellos por lo tanto, la incursión de las OTT (y sus exigentes
requerimientos) los tomó en carrera; a México, por asalto nocturno.
Allá
despejaron el firmamento para la incursión de leyendas del cine y actores
sorprendentes convertidos en nuevas estrellas. El cine de Hollywood hoy puede
disponer de los actores de televisión no sólo por su imán de taquilla, también por
su calidad escénica.
(Bryan Cranston de "Breaking Bad" protagoniza el laureado filme "Trumbo" [2015])
Moraleja: (otra vez) la industria es la que tiene que arar y abonar la tierra.
EL ACTOR: LA PIEZA CENTRAL
Si
la historia se cuenta a partir del personaje y es el actor quien lo interpreta,
entonces es éste una pieza central
del proceso. Pero así como la telenovela mexicana limitó la capacidad creativa
del escritor, lo hizo también con el actor.
Ya
se ha explicado que la industria mexicana se equivocó en restringir a sólo UNA
manera de abordar la ficción y en el abaratamiento generalizado de la
producción. Los actores no podían quedar ajenos a ello.
La
figura contractual de la exclusividad
si bien tuvo la acertada virtud de permitir a centenares de actores asegurar
una estabilidad laboral, en uno de
los medios más inestables del mundo, también colateralmente fomentó un burocratismo artístico. Las dos caras
de la misma moneda.
Pero
hay un extremo alejado del glamour que percibe el público. En algunas
producciones, se les pide a los actores freelance que no gozan todavía de una etiqueta “estelar”, trabajar con los
mínimos de unos tabuladores sindicales sin actualizar desde hace varios años. Incluso
en las nuevas “súper series”.
El apuntador electrónico, la llave "mágica"
El
modelo industrial mexicano de telenovelas se apoyó en adelantos técnicos para
cumplir con los vertiginosos tiempos de grabación de capítulo por día. Uno fue
el videotape y otro, una llave
mágica llamada apuntador electrónico creado por el mexicano Alberto Nolla
Reyes en 1951 [1].
Inicialmente
resultó un eficaz apoyo para actores con “tablas” en teatro y cine pero al
tiempo, generó vicios en los noveles actores y coartó la
capacidad creativa del intérprete. Es
célebre el “dos tomas y ya” autoimpuesto en San Ángel y ni se diga en Miramontes
en Azteca Novelas.
El
apuntador hizo creer a ciertos productores que eran capaces de hacer pasar a un “modelo” por actor sin
contar con preparación ni talento. Por un tiempo pudo funcionar en la vieja televisión
aunque parte del descrédito actual de la telenovela se le debe a este aspecto.
Hoy, salvo excepciones, cunde una falta
de verdad en las interpretaciones. También, es cierto, se lo debemos al
origen: la dramaturgia y a la ausencia de dirección.
¿Es
bueno o malo el apuntador? No me atrevería a emitir una sentencia al respecto.
Yo personalmente si tengo opción, prefiero no emplearlo. Aunque también he atestiguado
cómo actores admirablemente profesionales llegan a grabar con su texto
aprendido y estudiado (cuando la producción cumple con enviárselos a tiempo) y
sólo usan el apuntador como un apoyo. Esto resulta encomiable y entonces sí
ayuda a evitar tiempos ociosos de ensayo o para escenas que eventualmente sufren
cambios al momento.
Sin
embargo, por lo general el apuntador estimuló también a actores perezosos que han creído ingenuamente que su belleza física y el artilugio
pueden sustituir el estudio y la memoria intrínseca del texto para que el
personaje pueda fluir de manera orgánica. Por
eso no resulta extraño ver en pantalla a figurantes (no actores en cabal ejercicio)
que escupen texto. No interpretan. No hay verdad. No hay compromiso.
Hay
que reconocer ante ello la iniciativa de los productores Roberto Gómez
Fernández, Silvia Cano y Giselle González por exigir a sus actores prescindir
del apuntador, con estupendos resultados como en “Para volver amar” (2010), un remake
redondo desde la adaptación y la conformación de su elenco.
("Para volver a amar": Telenovelas sin apuntador, se notan)
Casting
Otro
síntoma recurrente de la crisis es el referente a la conformación de repartos.
Difícil y delicada labor. Sabemos que no es lo mismo seleccionar a un actor
para cine, televisión o teatro. Aunque el actor de hoy debe estar capacitado y
abierto a cualquier medio o plataforma. Etiquetar es vivir en el anacronismo.
También
es cierto que una buena parte de los directores de casting apresurados por los
ritmos de grabación y el poco tiempo de pre producción, se han acomodado en los
vicios expuestos en esta serie de entregas. Eluden explorar, seguir afinando su
agudeza para detectar al nuevo talento, evitar el deslumbramiento snob ante un empaque atractivo pero
vacío y confiar en él para impulsarlo a nuevos emprendimientos.
El
responsable del reparto es un filtro que si tiene un marco referencial muy
limitado repercute en pantalla. Cuántos de ellos destinan tiempo para
acercarse a TODA clase de propuestas teatrales, cinematográficas y televisivas
para detectar y abrirle paso a las potenciales estrellas y actores en ciernes. Cuántos buscan nutrir de variedad un elenco capaz de sorprender a la audiencia durante decenas de episodios.
“Ya no hay estrellas”
Esto
se escucha decir entre el público y la prensa. Las escuelas de formación,
enfáticamente de las televisoras, al estandarizar industrialmente los
requerimientos de un actor (como si fueran una pieza escenográfica) y exaltar
hasta el absurdo la belleza física sobre el talento y la vocación, condenaron al
intérprete a la homogenización en prototipos de por sí ya estereotipados.
El
sistema fue restringiendo de autenticidad
al intérprete, hoy se quejan. “Todos se parecen”, se lee o escucha decir
reiteradamente. Un despropósito para la naturaleza de comunicación humana. El
elenco de “Cuna de Lobos” (1986)
demostró un camino efectivo: actores antes que estrellas. Lo cual, atención,
una cosa no implica renunciar a la otra. ¿Lo vieron o no lo quisieron ver?
Las
estrellas son fundamentales, anclas para vender una telenovela y atraer
audiencia. Los rusos al finalizar “Los
ricos también lloran” (1979) por
supuesto que demandaron otra telenovela con Verónica Castro o en Polonia de
Gabriela Spanic tras la exitosa emisión de “La
Usurpadora” (1998).
(Gabriela Spanic en el súper éxito que la convirtió en estrella internacional en 128 países)
Sólo
que una “estrella”, en el contexto actual, que no sea antes actor/actriz ya no
es garante para eludir el zapping más
allá de un primer capítulo. La prueba fehaciente son títulos como “La Tempestad” (2013). Naufragan sin
remedio.
Lo
paradójico es que son algunos de los mismos productores que propiciaron la
presente situación, los que se quejan de la falta de estrellas actualmente. Una
declaración de antología en un diario de circulación nacional:
“Rosa Salvaje es la telenovela más
exitosa de Televisa de todos los tiempos y entre la trama y otras cosas tenía
la parte angelical de Verónica Castro. Necesitamos estrellas de esas pero ahora
lo que pasa es que se casan y se van” [3].
Las
anteriores palabras adquieren especial resonancia viniendo no sólo de uno de
los productores del prime time del
otrora Canal de las Estrellas sino de quien hasta 2016 ocupara la dirección de
su departamento de telenovelas, Salvador Mejía.
("La Tempestad": una Miss Universo convertida en protagonista instantánea)
Sin historias (nuevas) no hay estrellas
Si
algo cierto coincidían en postular Valentín Pimstein y Ernesto Alonso, era que
una estrella no se construye en una sola telenovela (o película). No les
faltaba razón, y esas son las experiencias que sí hay que retomar de ellos.
Resulta
que ahora las televisoras no invierten en futuras estrellas por miedo al riesgo de que al adquirir fama, emigren lejos de sus dominios. Otra vez la tendencia que no aprende la televisión mexicana. ¿Qué
pasaría si la industria propiciara el campo para hacer que tanto contractual
como profesional y artísticamente, el talento mismo vuelva?
Ante
la inexistencia de originales con sustancia (salvo excepciones) y el abuso del remake (una versión cada vez más cercana de
la otra) se desprotegió al nuevo actor. No hay asidero para los
símbolos escénicos, sólo rígidos moldes para figurines desechables de maquila. Sin mencionar las repercusiones
del internet, la mesa está servida para la gula de los Haters de la telenovela.
("Tres veces Ana" [2016]: un banquete para los Haters)
A
ello agreguémosle una mala adaptación, actores insuficientes que no ampliarán
el rango de interpretación de la historia, sumada a la carencia de rumbo en la
dirección escénica que a su vez tendrá que partir de un texto limitado (por
decirlo amablemente). Añádasele una producción naif para los requerimientos del
HD y el contexto: el descrédito del género y sus plataformas base
(televisoras).
La industria ha construido su propia horca para que todos
asistamos al espectáculo de suicidios voluntarios: uno tras de otro.
En
la parte 3 de esta entrega (consultable en este mismo sitio) he sembrado
algunas someras hipótesis para romper los paradigmas dramatúrgicos. Tiene que
ver para propiciar el surgimiento de las nuevas estrellas que demandan la
industria y la audiencia. Ojo, no como las de antes sino de las que se
requieren hoy.
Actores extranjeros
No
debemos caer en tentaciones chovinistas en estos temas. Simplemente hay que
añadir que si la industria es mexicana, lo sano y coherente es que se le dé
prioridad al actor mexicano, porque además la audiencia primaria es mexicana.
No
obstante, también es cierto que se trata, congruente con lo que proponemos,
sobre todo de talento. Aquí no por
argot sino por acepción. ¿Buscamos lo mejor? Si es así y el súper objetivo es
refrendar nuestra posición de liderazgo mundial, entonces la industria debe
recibir (y exigir) lo mejor del talento tanto nacional como extranjero.
Bienvenidos porque nos enriquecemos todos.
(La primera actriz Carmen Montejo: extranjeros que enriquecen la escena mexicana)
Sin
embargo, la incapacidad de la industria en los últimos años para crear nuevas
estrellas y su necesidad de producir volumen, volcó a muchos productores por soluciones inmediatas como privilegiar a cierto tipo de talento extranjero, persistiendo
en absurdos cánones de belleza física europea (y además uniforme) que ojalá
hubiera sido directamente proporcional a su capacidad histriónica.
“Es
que es televisión” se oye cuchichear a los fundamentalistas de la vieja
televisión. La coyuntura actual les está dando un portazo directo en la cara.
Nadie se pelea con la belleza física, menos en un medio primordialmente visual.
Pero no olvidemos que la telenovela es sobre todo una experiencia emocional y que si el envase no contiene nada, el encanto
se diluye con un fulminante zapping,
y cada vez hay más y mejores ofertas que conquisten la atención. Otro paradigma roto.
Acento neutro
Algunos
productores en México se mofaban de las telenovelas made in Miami de la primera etapa de la nueva Telemundo que
resultaban un coctel inverosímil de acentos. Hoy ver un título como “Despertar contigo” (2016)
motiva muecas de ironía: imposible que una audiencia nueva, no tradicional y
más activa (cada vez mayoritaria) entre en convención con eso y se enganche. Al
ver esto se comprueba la necesidad del (para algunos molesto) acento neutro,
exceptuando que el contexto dramático exija otra cosa.
(¿Un guardaespaldas mexicano e hija de mecánico chilango que hablan español colombiano?)
UN NUEVO ACTOR PARA UNA NUEVA INDUSTRIA
Ante
la aparente extinción paulatina de la exclusividad
(heredada del studio-system de
Hollywood en la primera mitad del siglo XX) y con ella la del mítico “veto”, es
el actor mismo quien debe asumir la responsabilidad de su propia marca: una re
concepción que trasciende de su preparación escénica.
En
la nueva dinámica, el actor es su propia
empresa. Pero la industria debe facilitarle ese trabajo porque le conviene.
Es una retribución mutua. Si son dubitativas en esto, las televisoras y
productoras se pegarán un balazo en el pie y sólo retrasarán (más) el
surgimiento de actores y estrellas que generen credibilidad y rentabilidad a
sus producciones porque entonces ni dan ni dejan ser.
Uno
de los nuevos paradigmas que deben construirse desde la parte ejecutiva es el
de apoyar al talento artístico a que diversifique y se pruebe en los diferentes
escenarios del arte y la creación dramática. El actor, asimismo, debe
preocuparse por elevar su capacitación frente a un mundo cada vez más
demandante.
(La exitosa actriz Karla Souza transitó por las telenovelas)
CONCLUSIÓN QUINTA PARTE
En
febrero de 2017 tras la última gala de los Goya, un artículo de El País fijó en su sub encabezado: “La fiesta del cine español es como una cena
de empresa de gente que ya no trabaja allí: el 50% de los actores que han
trabajado este año no supera unos ingresos anuales de 3.000 euros, y el 29% no
llega a los 600 euros (al año)” [3]. Veámonos en ese espejo.
Dirán
los que saben que la incertidumbre laboral es una condicionante del campo del
actor en todas las industrias pero ¿no es México quien ha pregonando
insistentemente ser “la industria más importante del mundo de habla hispana”?
No miente por los números, aún y con la crisis presente.
Y
qué tal si la industria es más generosa con la mayoría del talento (lo
demostró en el tiempo de la exclusividad)
y, por su parte, la Asociación Nacional de Actores (ANDA) por fin se decide en
justicia a emplear sus recursos para actualizar esos anacrónicos tabuladores y
así la industria aprovecha para elevar
el nivel de exigencia histriónica de sus actores como el mercado mundial
del entretenimiento lo demanda. Dando y dando y TODOS ganando.
No
olvidemos que son las estrellas las que atraen pero la historia/elenco/producción,
la que mantiene. Detrás de
una gran y duradera estrella, hay por principio un histrión: un ente con poder creativo cuyo misterio a la
industria le conviene reverenciar porque al anularlo, convierte en ordinario lo
extraordinario del acontecimiento del drama. De ahí la
relevancia de lo que enmarca ello: una historia y un medio que hace que suceda
la magia.
En la siguiente y penúltima entrega de esta serie: la creatividad en la industria de la telenovela.
REFERENCIAS:
1. Fernández, Claudia y Paxman, Andrew, El Tigre Azcárraga y su imperio Televisa,
Grijalbo, México, 2000.
Foto de apertura: "La vida en el espejo", TV Azteca, 1999.
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