miércoles, 1 de febrero de 2017

¿Por qué la crisis de la telenovela mexicana? (II): Contenido

¿POR QUÉ LA CRISIS DE LA TELENOVELA MEXICANA?

Parte 2

Daniel Lares Muñoz


CONTENIDO
Abstracción, eufemismo y realidad

La palabra “contenido” suele ser un concepto abstracto pero muy reiterado por productores y ejecutivos de la televisión. Ante los resultados recientes en las pantallas mexicanas, termina pareciendo un término snob.

Y como en toda crisis, es preciso volver a plantearnos lo fundamental para estimular la reflexión sobre las premisas en las que se asientan los paradigmas de la industria. El primero: ¿Qué es contenido? ¿Lo tenemos claro todos?

Advierto al lector que no pretendo ingenuamente inferir que alguien pueda poseer la fórmula del éxito. Lo que sí busco, es aportar una interpretación, acaso propuestas, basada en indicadores al alcance de cualquiera.



¿Qué es contenido?
De acuerdo con la Real Academia Española (RAE) es un sustantivo masculino que refiere a Cosa que se contiene dentro de otra / En una obra literaria, tema o ideas tratados distintos de la elaboración formal [1].

Ateniéndonos al argot audiovisual, se le llama “contenido” a todo aquello que contiene la pantalla. El resultado del visionado que físicamente no podemos tocar. En el caso de la televisión, es todo aquello que viaja a través de una señal y se deriva de ella [2]. Un bien intangible con valores intangibles.

En la ficción dramática (que es lo que nos ocupa), contenido es todo lo que cuenta la pantalla: actores, locaciones, escenografías, vestuario, etcétera, a lo que se le denomina valores de producción. Todas estas piezas requieren de un elemento unificador y base que la decodifica y nos la presenta como mensaje: eso es esencialmente una historia.

La historia, conceptualmente hablando, no se origina por un proceso técnico sino de naturaleza creativa que sirve y se comunica a través de lo técnico (un guión, un formato) y emplea la convención como lenguaje y la interpretación artística para crearla, concebirla y materializarla.

Para que nos quede claro, la telenovela aún gestada y suscrita en el entorno industrial de producción requiere inexorablemente del valor creativo.

("Rubí" [2004], en su última y exitosa adaptación)

EL VALOR DEL CONTENIDO, el origen del problema

1
23

Ghggghgggjsjsj
sjsjsjsjsjsjsjs…………
……jjssjsjasjsjsj
ssduedhshhdhdhd……

dkdjdjdjw8didiiifpso……..

sisixiuwnossi

Cho cho cho fer para el taxi
cho cho cho cho cho fer para el taxi
No me importa si es casada
No la quiero pa' instalarme
Yo no quiero que sea sólo para mí


Aprendí
que puede un beso ser más dulce y más profundo
que puedo irme mañana mismo de este mundo
Las cosas buenas ya contigo las viví
y contigo aprendí
que yo nací el día que te conocí.


La columna 1 de la tabla no se trata de un descuido del autor de este texto. Pretende ejemplificar a que si nos atenemos a la naturaleza de este medio escrito, esas líneas, un simple conjunto de letras y signos gráficos, resultan técnicamente “contenido” porque llenan un espacio.

En el caso de la número 2, no parece contar mucho (aún con su vacua connotación sexual) aunque para la industria esto también es “contenido”, porque además posee un “valor” especial ya que se trata de un hit del mainstream musical latino: La canción “Taxi” autoría atribuible a Osmani García.

Que conste que para contraponer a “Taxi” en la franja 3 no he empleado una ópera o una canción de Bob Dylan. Sino otra canción de la música popular en español, “Contigo aprendí” autoría de Armando Manzanero. ¿Nos cuenta una historia? ¿Contiene un valor creativo este contenido? ¿Entraña emociones? ¿Respeta la inteligencia del receptor?

Me disculpo de antemano por mi didactismo. Me ha parecido indispensable precisar este aspecto básico para exponer la raíz de ésta crisis.

Aún y con su presentación HD o 4K, ¿En cuál de las tres ubicaría el lector al “contenido” de la mayoría de las telenovelas mexicanas de la actualidad?

Debo aclarar que en la ficción audiovisual, contenido no es solamente aquello creado por la escritura dramática sino el todo que interviene para materializar lo visible. El contenido sólo se gesta a partir de la historia. No antes, sólo después. Entonces ¿por qué la industria mexicana persiste en la práctica de subestimar el valor de la dramaturgia y su naturaleza creativa? ¿He mencionado la palabra arte?



El remake y el falso paradigma
La adaptación se impuso en México como una forma de controlar el proceso de producción industrial de la telenovela para tener mayor certidumbre sobre la regularidad de los resultados de audiencia y evitar correr menos “riesgos” frente a un original no probado.

Para aclararlo, el problema no fue el remake sino la estandarización de éste como única forma de producir, sobreponiéndolo al original. Hoy vemos incluso guiones de “versión libre” sobre “versión libre” derivados a su vez de un viejo original (con remakes de por medio) y el colmo: empates de dos historias diferentes para hacer pasar a otra por una “nueva”.

Esto dio resultados en el corto y mediano plazo pero en el largo, capó a los productores y redujo a la industria mexicana a un papel de gran maquilador pero con limitado contenido de valor frente a una oferta cada vez más amplia y sofisticada.

("Corazón salvaje" [2009], el remake del remake del remake)

Primer paradigma roto
Mientras toda la cadena de producción (y hasta la competencia) fue controlada por una misma entidad, en México el volumen determinó al contenido de sus telenovelas. Al menos en América Latina, la industria mexicana hasta hoy no ha tenido parangón en capacidad de producción. Sin embargo, con las nuevas tecnologías, jugadores emergentes y la cada vez más sofisticada (y variada) factura, es el valor lo que está determinando al contenido.

Sí, las reglas del juego han cambiado.


La adaptación
La audiencia mexicana ha visto al aire pocas latas (producto original grabado) en las cadenas principales en comparación con sus similares de Centro y Sudamérica. Ello se ha debido en parte por la dinámica de la televisión en sus primeras décadas (pocas cadenas y menos productoras) y por otra, debido al control que tuvo Televisa. Control, que es preciso contextualizar, razonable si consideramos que México ha tenido una posición no sólo de liderazgo sino de autosuficiencia de contenido de origen. Lo hace Estados Unidos con su cine y televisión, lo hacen India y China, por poner ejemplos.

Por ende, durante la historia de la televisión mexicana encontramos casos aislados de éxitos relevantes en la pantalla mexicana nacional de telenovelas extranjeras en su versión original.

De entre los que podemos mencionar a la peruana “Simplemente María” (Panamaricana, 1969), original de Celia Alcántara; una apuesta de Luis de Llano Palmer frente a la inicial resistencia de ejecutivos de Telesistema Mexicano que funcionó con creces [3]. La transmisión de la colombiana “Café con aroma de mujer” (RCN, 1994) en la naciente TV Azteca, cuando carecía de producción propia. También el caso de “Yo soy Betty, la fea” (RCN, 1999), que pudo llegar a la televisión abierta sólo después de su arrollador éxito por el cono sur y no obstante, fue transmitida en el Canal 9, una red nacional de menor relevancia.



Mi biblia por tu antena
Aún con éste referente, podemos advertir que la lata colombiana, del original de Fernando Gaitán, fue puesta al aire en realidad por el acuerdo comercial de Televisa con RCN para que la mexicana tuviera la primera opción sobre la adquisición de los libretos para la producción de una posterior versión hecha en San Ángel y en Alta Definición, como sucedió con “La fea más bella” (2006), a la que sólo se le dio entrada al Canal 2 en un horario vespertino; ya avanzada su transmisión y ante su éxito de sintonía, llego al prime time

¿La razón? La versión original es un melodrama no tradicional con una notable hibridación de comedia donde la heroína es una anti heroína por un factor principal: es fea durante las tres cuartas partes de la historia. Es decir, ajena a los férreos cánones de San Ángel. En 2010 obtendría el Récord Guiness como la telenovela más exitosa de todos los tiempos con 28 adaptaciones en todo el mundo [4], incluidas la mexicana y una versión para la ABC de los Estados Unidos.



¿Cuántas veces quieres ver… la misma telenovela?
Hasta el 2016 en que los contenidos de Televisa estaban disponibles en Netflix un usuario podía ver en el mismo reel temático o de sugerencias: “Café con aroma de mujer” (RCN, 1994) junto a “Destilando amor” (Televisa, 2007); “Yo soy Betty, la fea” (RCN, 1999) a lado de “La fea más bella” (Televisa, 2006) y “Ugly Betty” (ABC, 2006-2010); “Hasta que la plata nos separe” (RCN, 2006) compartiendo espacio con “Hasta que el dinero nos separe” (Televisa, 2009).

¿No son los medios los que se quejan de la fragmentación de mercados? Esta competencia, adicional a la existente, también ocurre al momento de salir a exportar para otras pantallas de frecuencia abierta.

Y este fenómeno no se resuelve creando una plataforma propia. ¿Indispensable que México replantee su tradicional (y excesiva) dependencia de los remakes?

Si esto hace agua en el mercado nacional, ahora imaginemos lo que un usuario colombiano de una OTT preferirá frente a esta oferta. Considerando además que los remakes mexicanos, varios de ellos, languidecen como contenidos de valor.



EL ORIGINAL, MÁS QUE NUNCA
La multiplicación de un mismo formato o historia ya no se queda en los pasillos del NATPE o MIPCOM (las ferias más importantes del mundo para compra-venta de contenido televisivo) sino que llegan directamente al televidente.

La comparación es ineludible, independientemente de los valores de producción. Esto, por supuesto, le resta competitividad a la adaptación de formato en la ficción, sin contar la calidad de la misma. Ojo, no sólo en el mercado de exportación, sino también, como ya vimos, en el nacional.

Aclaración, no desestimo la adaptación, sobre todo en una industria que demanda volumen. Lo que sí infiero y además destaco en voz alta es la necesidad, más que nunca, de la historia original. Sobre todo si el objetivo es consolidar posiciones de liderazgo en el mercado. El original es clave.



Contenido: nuevo contexto
Cuando hablamos de televisión ya no hablamos de UN medio o la imagen de un aparato receptor, sino de contenido que viaja y se desdobla a través de diversas plataformas. Audiencia que no sólo recibe, interactúa. En ese mundo ya está inmersa la telenovela gestada en una televisión monolítica.

¿Se durmió la televisión mexicana?
Mientras todo ello se desarrolló, la demanda de volumen de producción, la falta de competencia y un sistema de producción con mayor acento en el productor-administrador, degradaron el valor del talento creativo en una industria eminentemente CREATIVA. Aquí el orden de los factores sí alteró el producto.

El apogeo mexicano
Lejos de lo que los Haters del género afirman sin fundamento, es preciso reconocer la existencia de esfuerzos por sobreponer el valor de la creación sobre los demás aspectos de la cadena de producción aunque en la radiografía histórica general, se tratan de excepciones individuales (que no dejan de ser meritorias) y de determinadas épocas: en Televisa, con más constancia, quizá de 1982 a 1991; en TV Azteca (de manera irregular) de 1997 a 2001. Etapas de corto aliento pero fructíferas y sobre todo, las más entrañables y recordadas por las audiencias.

¿Es extraño que las telenovelas más memorables de Azteca sean las rupturistas respecto al modelo Televisa?




CONCLUSIÓN SEGUNDA PARTE

Es preciso definir el orden de los valores y equilibrar la necesidad industrial de producir volumen frente a la de permitir generar auténtico contenido de valor en cada título, incluso en su cualidad artística. Para ello requiere ineludiblemente de abrazar lo mejor del talento creativo.

¿Es la historia original ensimisma la panacea para salir de la crisis? Por supuesto que no. Es la reconfiguración de los distintos valores que intervienen para materializar esa historia. Lo que sí es de entrada, tras lo explicado, un catalizador para re oxigenar toda la industria mexicana y para que la audiencia regrese o, a la que ya es nueva, atraerla desde cero.

No olvidemos que todo ello se sitúa en un ambiente en que las instituciones están en crisis y el ciudadano (televidente) se siente defraudado. La telenovela proviene de una institución de facto: la televisión abierta, que ha somatizado esta crisis. 

¿Cuál es la aportación de la telenovela de hoy como para exigir una retribución diferente a la que está padeciendo? ¿Se está comprometiendo con la audiencia?

La clave está en el valor del contenido que descansa particularmente sobre la calidad de la dramaturgia, el tema de la próxima entrega.

REERENCIAS:
1)    www.rae.es
2)    Sánchez-Tabernero, Alfonso, Los contenidos de los medios de comunicación: calidad, rentabilidad y competencia, Deusto S. A. ediciones, 2008.
3)    Fernández, Claudia y Paxman, Andrew, El Tigre Azcárraga y su imperio Televisa, Grijalbo, México, 2000.

4)    www.wikipedia.org

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