¿POR QUÉ LA CRISIS DE LA TELENOVELA MEXICANA?
Parte 2
Daniel Lares Muñoz
CONTENIDO
Abstracción,
eufemismo y realidad
La palabra “contenido” suele ser un concepto
abstracto pero muy reiterado por productores y ejecutivos de la televisión.
Ante los resultados recientes en las pantallas mexicanas, termina pareciendo un
término snob.
Y como
en toda crisis, es preciso volver a plantearnos lo fundamental para estimular
la reflexión sobre las premisas en las que se asientan los paradigmas de la
industria. El primero: ¿Qué es contenido? ¿Lo tenemos claro todos?
Advierto
al lector que no pretendo ingenuamente inferir que alguien pueda poseer la
fórmula del éxito. Lo que sí busco, es aportar una interpretación, acaso
propuestas, basada en indicadores al alcance de cualquiera.
¿Qué es contenido?
De
acuerdo con la Real Academia Española (RAE) es un sustantivo masculino que
refiere a Cosa que se contiene dentro de
otra / En una obra literaria, tema o
ideas tratados distintos de la elaboración formal [1].
Ateniéndonos
al argot audiovisual, se le llama “contenido” a todo aquello que contiene la
pantalla. El resultado del visionado
que físicamente no podemos tocar. En el caso de la televisión, es todo aquello
que viaja a través de una señal y se deriva de ella [2]. Un bien intangible con
valores intangibles.
En
la ficción dramática (que es lo que nos ocupa), contenido es todo lo que cuenta la pantalla: actores, locaciones,
escenografías, vestuario, etcétera, a lo que se le denomina valores de producción. Todas estas
piezas requieren de un elemento unificador y base que la decodifica y nos la presenta como mensaje: eso es esencialmente
una historia.
La
historia, conceptualmente hablando, no se origina por un proceso técnico sino
de naturaleza creativa que sirve y se comunica a través de lo técnico (un
guión, un formato) y emplea la convención como lenguaje y la interpretación
artística para crearla, concebirla y materializarla.
Para
que nos quede claro, la telenovela aún gestada y suscrita en el entorno
industrial de producción requiere inexorablemente del valor creativo.
("Rubí" [2004], en su última y exitosa adaptación)
EL VALOR DEL CONTENIDO, el origen del
problema
1
| 2 | 3 |
Ghggghgggjsjsj
sjsjsjsjsjsjsjs…………
……jjssjsjasjsjsj
ssduedhshhdhdhd……
dkdjdjdjw8didiiifpso……..
sisixiuwnossi
|
Cho cho cho fer para el
taxi
cho cho cho cho cho fer
para el taxi
No me importa si es
casada
No la quiero pa'
instalarme
Yo no quiero que sea
sólo para mí
|
Aprendí
que puede un beso ser
más dulce y más profundo
que puedo irme mañana
mismo de este mundo
Las cosas buenas ya
contigo las viví
y contigo aprendí
que yo nací el día que
te conocí.
|
La
columna 1 de la tabla no se trata de un descuido del autor de este texto. Pretende
ejemplificar a que si nos atenemos a la naturaleza de este medio escrito, esas líneas,
un simple conjunto de letras y signos gráficos, resultan técnicamente “contenido”
porque llenan un espacio.
En
el caso de la número 2, no parece contar mucho
(aún con su vacua connotación sexual) aunque para la industria esto también es
“contenido”, porque además posee un “valor” especial ya que se trata de un hit
del mainstream musical latino: La
canción “Taxi” autoría atribuible a
Osmani García.
Que
conste que para contraponer a “Taxi”
en la franja 3 no he empleado una ópera o una canción de Bob Dylan. Sino otra
canción de la música popular en español, “Contigo
aprendí” autoría de Armando Manzanero. ¿Nos cuenta una historia? ¿Contiene un valor creativo este
contenido? ¿Entraña emociones? ¿Respeta la inteligencia del receptor?
Me
disculpo de antemano por mi didactismo. Me ha parecido indispensable precisar
este aspecto básico para exponer la raíz de ésta crisis.
Aún
y con su presentación HD o 4K, ¿En cuál de las tres ubicaría el lector al
“contenido” de la mayoría de las telenovelas mexicanas de la actualidad?
Debo
aclarar que en la ficción audiovisual, contenido no es solamente aquello creado
por la escritura dramática sino el todo que interviene para materializar lo visible. El contenido sólo se gesta a
partir de la historia. No antes, sólo después. Entonces ¿por qué la industria
mexicana persiste en la práctica de subestimar el valor de la dramaturgia y su
naturaleza creativa? ¿He mencionado la palabra arte?
El remake
y el falso paradigma
La
adaptación se impuso en México como una forma de controlar el proceso de
producción industrial de la telenovela para tener mayor certidumbre sobre la
regularidad de los resultados de audiencia y evitar correr menos “riesgos” frente a un original no probado.
Para
aclararlo, el problema no fue el remake
sino la estandarización de éste como única
forma de producir, sobreponiéndolo al original. Hoy vemos incluso guiones de “versión
libre” sobre “versión libre” derivados a su vez de un viejo original (con remakes de por medio) y el
colmo: empates de dos historias diferentes para hacer pasar a otra por una “nueva”.
Esto
dio resultados en el corto y mediano plazo pero en el largo, capó a los
productores y redujo a la industria mexicana a un papel de gran maquilador pero
con limitado contenido de valor frente a
una oferta cada vez más amplia y sofisticada.
("Corazón salvaje" [2009], el remake del remake del remake)
Primer paradigma roto
Mientras
toda la cadena de producción (y hasta la competencia) fue controlada por una
misma entidad, en México el volumen determinó al contenido de sus telenovelas. Al
menos en América Latina, la industria mexicana hasta hoy no ha tenido parangón
en capacidad de producción. Sin embargo, con las nuevas tecnologías, jugadores emergentes
y la cada vez más sofisticada (y variada) factura, es el valor lo que está
determinando al contenido.
Sí,
las reglas del juego han cambiado.
La
audiencia mexicana ha visto al aire pocas latas
(producto original grabado) en las cadenas principales en comparación con sus
similares de Centro y Sudamérica. Ello se ha debido en parte por la dinámica de
la televisión en sus primeras décadas (pocas cadenas y menos productoras) y por otra, debido al control que tuvo Televisa. Control, que es preciso
contextualizar, razonable si consideramos que México ha tenido una posición no
sólo de liderazgo sino de autosuficiencia de contenido de origen. Lo hace
Estados Unidos con su cine y televisión, lo hacen India y China, por poner
ejemplos.
Por
ende, durante la historia de la televisión mexicana encontramos casos aislados de
éxitos relevantes en la pantalla mexicana nacional de telenovelas extranjeras
en su versión original.
De
entre los que podemos mencionar a la peruana “Simplemente María” (Panamaricana, 1969), original de Celia
Alcántara; una apuesta de Luis de Llano Palmer frente a la inicial resistencia
de ejecutivos de Telesistema Mexicano
que funcionó con creces [3]. La transmisión de la colombiana “Café con aroma de mujer” (RCN, 1994)
en la naciente TV Azteca, cuando
carecía de producción propia. También el caso de “Yo soy Betty, la fea” (RCN, 1999), que pudo llegar a la televisión
abierta sólo después de su arrollador éxito por el cono sur y no obstante, fue transmitida
en el Canal 9, una red nacional de menor relevancia.
Mi biblia
por tu antena
Aún
con éste referente, podemos advertir que la lata
colombiana, del original de Fernando Gaitán, fue puesta al aire en realidad por
el acuerdo comercial de Televisa con RCN para que la mexicana tuviera la
primera opción sobre la adquisición de los libretos para la producción de una
posterior versión hecha en San Ángel y en Alta Definición, como sucedió con “La fea más bella” (2006), a la que sólo
se le dio entrada al Canal 2 en un horario vespertino; ya avanzada su
transmisión y ante su éxito de sintonía, llego al prime time.
¿La
razón? La versión original es un melodrama no tradicional con una notable hibridación
de comedia donde la heroína es una anti heroína por un factor principal: es fea durante las tres cuartas partes de la historia. Es decir, ajena a los férreos cánones
de San Ángel. En 2010 obtendría el Récord
Guiness como la telenovela más exitosa de todos los tiempos con 28 adaptaciones
en todo el mundo [4], incluidas la mexicana y una versión para la ABC de los
Estados Unidos.
¿Cuántas veces quieres ver… la misma
telenovela?
Hasta
el 2016 en que los contenidos de Televisa
estaban disponibles en Netflix un
usuario podía ver en el mismo reel
temático o de sugerencias: “Café con
aroma de mujer” (RCN, 1994) junto a “Destilando
amor” (Televisa, 2007); “Yo soy
Betty, la fea” (RCN, 1999) a lado de “La
fea más bella” (Televisa, 2006) y “Ugly
Betty” (ABC, 2006-2010); “Hasta que
la plata nos separe” (RCN, 2006) compartiendo espacio con “Hasta que el dinero nos separe” (Televisa,
2009).
¿No
son los medios los que se quejan de la fragmentación de mercados? Esta
competencia, adicional a la existente, también ocurre al momento de salir a
exportar para otras pantallas de frecuencia abierta.
Y
este fenómeno no se resuelve creando una plataforma propia. ¿Indispensable que
México replantee su tradicional (y excesiva) dependencia de los remakes?
Si
esto hace agua en el mercado nacional, ahora imaginemos lo que un usuario
colombiano de una OTT preferirá frente a esta oferta. Considerando además que
los remakes mexicanos, varios de
ellos, languidecen como contenidos de
valor.
EL ORIGINAL, MÁS QUE NUNCA
La
multiplicación de un mismo formato o historia ya no se queda en los pasillos
del NATPE o MIPCOM (las ferias más importantes del mundo para compra-venta de contenido
televisivo) sino que llegan directamente al televidente.
La
comparación es ineludible, independientemente de los valores de producción.
Esto, por supuesto, le resta competitividad a la adaptación de formato en la
ficción, sin contar la calidad de la misma. Ojo, no sólo en el mercado de
exportación, sino también, como ya vimos, en el nacional.
Aclaración, no desestimo la adaptación, sobre todo en una industria
que demanda volumen. Lo que sí infiero y además destaco en voz alta es la
necesidad, más que nunca, de la historia
original. Sobre todo si el objetivo es consolidar posiciones de liderazgo
en el mercado. El original es clave.
Contenido: nuevo contexto
Cuando
hablamos de televisión ya no hablamos de UN medio o la imagen de un aparato
receptor, sino de contenido que
viaja y se desdobla a través de diversas plataformas. Audiencia que no sólo
recibe, interactúa. En ese mundo ya está inmersa la telenovela gestada en una
televisión monolítica.
¿Se durmió la televisión mexicana?
Mientras
todo ello se desarrolló, la demanda de volumen de producción, la falta de
competencia y un sistema de producción con mayor acento en el
productor-administrador, degradaron el valor del talento creativo en una
industria eminentemente CREATIVA. Aquí el orden de los factores sí alteró el
producto.
El apogeo mexicano
Lejos
de lo que los Haters del género
afirman sin fundamento, es preciso reconocer la existencia de esfuerzos por
sobreponer el valor de la creación
sobre los demás aspectos de la cadena de producción aunque en la radiografía histórica general, se tratan de
excepciones individuales (que no dejan de ser meritorias) y de determinadas épocas:
en Televisa, con más constancia, quizá
de 1982 a 1991; en TV Azteca (de
manera irregular) de 1997 a 2001. Etapas de corto aliento pero fructíferas y sobre todo, las más entrañables y recordadas por las audiencias.
¿Es
extraño que las telenovelas más memorables de Azteca sean las rupturistas respecto al modelo Televisa?
CONCLUSIÓN SEGUNDA PARTE
Es
preciso definir el orden de los valores y equilibrar la necesidad industrial de
producir volumen frente a la de permitir generar auténtico contenido de valor
en cada título, incluso en su cualidad artística. Para ello requiere ineludiblemente
de abrazar lo mejor del talento creativo.
¿Es
la historia original ensimisma la panacea para salir de la crisis? Por supuesto
que no. Es la reconfiguración de los distintos valores que intervienen para
materializar esa historia. Lo que sí es de entrada, tras lo explicado, un
catalizador para re oxigenar toda la industria mexicana y para que la audiencia
regrese o, a la que ya es nueva, atraerla desde cero.
No
olvidemos que todo ello se sitúa en un ambiente en que las instituciones están
en crisis y el ciudadano (televidente) se siente defraudado. La telenovela
proviene de una institución de facto: la televisión abierta, que ha somatizado
esta crisis.
¿Cuál es la aportación de la telenovela de hoy como para exigir una retribución diferente a la que está padeciendo? ¿Se está comprometiendo con la audiencia?
¿Cuál es la aportación de la telenovela de hoy como para exigir una retribución diferente a la que está padeciendo? ¿Se está comprometiendo con la audiencia?
La
clave está en el valor del contenido
que descansa particularmente sobre la calidad de la dramaturgia, el tema de la próxima entrega.
REERENCIAS:
1) www.rae.es
2) Sánchez-Tabernero, Alfonso, Los contenidos de los medios de
comunicación: calidad, rentabilidad y competencia, Deusto S. A. ediciones,
2008.
3) Fernández,
Claudia y Paxman, Andrew, El Tigre
Azcárraga y su imperio Televisa, Grijalbo, México, 2000.
4) www.wikipedia.org
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